
Hoy, el Proyecto Genoma Humano emplea las tecnologías más sofisticadas para determinar toda la estructura genética del organismo humano, gen por gen, cromosoma por cromosoma, y el propósito de cada célula viviente en el gran esquema.
La evolución es muy sutil. Nuestras características genéticas y las de nuestros hijos, y las de los hijos de nuestros hijos, continúan alterándose de una manera infinitesimal y desconocida, de la cual somos completamente inconscientes. Algunos pueden pensar que la evolución revolución está superada. Pero estoy convencido de que es un proceso cinético progresivo.
De nuestra sangre viene nuestra fuerza vital que nos impulsa a sobrevivir. Hoy nos enfrentamos a la creciente radiación ultravioleta causada por el deterioro de la capa de ozono, una mayor polución y contaminación de las aguas y el aire, sobrepoblación y hambruna, enfermedades infecciosas que superan nuestra capacidad para controlarlas y plagas desconocidas que surgen de todo lo mencionado, pero sobreviviremos. Siempre hemos sobrevivido. Qué forma tomará la supervivencia y cómo serán el mundo y sus exigencias hacia los sobrevivientes, no lo sabemos.
Quizá surja un nuevo tipo de sangre, llamado tipo C que sea capaz de crear anticuerpos para repeler cada antígeno que existe y toda permutación futura que se desarrolle. El tipo C llegará a dominar, los tipos de sangre anticuados comenzarán a desaparecer en un medio crecientemente hostil para el cual ya no estarán adaptados.
O entre en juego un nuevo escenario en el cual nuestro conocimiento científico finalmente nos permita ejercer un control sobre los impulsos más negativos de la humanidad y la civilización sea capaz de liberarse de los impulsos suicidas que parecen condenarla a la fatalidad.
La revolución continúa. Con o sin nosotros. En la perspectiva del tiempo sólo somos como un parpadeo del ojo, y es su transitoriedad lo que hace nuestra vida tan preciosa.